Esteban Maturana es médico de profesión. Es también
dirigente de Confusam. Él gana más de cinco millones de pesos al mes desde –en una
escala proporcional- 1990. Resulta curioso porque este es un doctor que no
atiende pacientes, congeló su profesión al servicio de la política dirigencial.
Pero se suman cosillas. Esas pequeños detalles que hacen la
diferencia entre un al límite y un te pasaste. Porque este compadre, se pasó.
Gritando y protestando a los 37 vientos por justicia y equidad, este bigotudo tiene
un auto avaluado en nada más ni nada menos que en $60.000.000, cosa poca sin
deuda.
Actualmente su contrato es con la Corporación Municipal de
Desarrollo Social de Pudahuel, lo que nos lleva a pensar mal –sin generalizar-
de estas instituciones que mueven altos recursos casi en silencio y casi sin
fiscalización.
El punto central es este: la corporación le paga a Maturana
para hacerse cargo de una gestión médica que incluye atención de pacientes,
pero resulta que él decide hacerse dirigente, excusarse como un campeón, no
cumplir el rol por el que tiene contrato y dedicarse a hacer ruido en la calle.
Y están las casualidades capciosas como que el alcalde de
Pudahuel –sostenedor- no es nada más que otro tipejo de su mismo partido el
cual como todo cliché cuenta con varios períodos en el sillón municipal.
Acá la discusión no es si está cediendo parte de su sueldo o
si podría ganar más, efectivamente podría. Acá lo importante es señalar su
falta al contrato mientras la vende por otro lado. Punto. Y un segundo punto por partida doble la
zanganería sindical: hacen poco y cuentan con tremendos beneficios. Ser
dirigente sindical significa alcanzar a la elite de un salto. Y eso es grave.
OJO con la comparación de abajo. ¿Es mi idea o el compadre tiene cara de irse de mal en peor?
OJO con la comparación de abajo. ¿Es mi idea o el compadre tiene cara de irse de mal en peor?
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